ACV: cuando la detección y la prevención marcan la diferencia

El accidente cerebro vascular (ACV) es la primera causa de discapacidad permanente y la segunda de muerte en el mundo. Desde B&S te contamos todo lo que hay que saber: cómo detectarlo, cuáles son los síntomas y factores de riesgos, y qué hacer en caso de padecerlo.
En Argentina se estima que una persona sufre un ataque cerebrovascular cada 4 minutos, afección causante de unas 18 mil muertes anuales. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan centrar la atención en la concientización y en la prevención de estos episodios. A nivel mundial es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad. Según cifras oficiales de la OMS, 15 millones de personas sufren un ACV por año, de los cuales, 5 millones mueren y otros 5 millones sufren secuelas permanentes.
El accidente cerebrovasculari, también llamado stroke, ataque cerebral, ictus, derrame cerebral o hemiplejía, refiere a un ataque cerebral que interrumpe el flujo vital de sangre y oxígeno al cerebro. Ocurre cuando se bloquea el flujo de sangre en las arterias que nutren el cerebro, o cuando sucede un sangrado en el cerebro mismo o en las membranas que lo rodean.
Existen dos tiposii de ataques cerebrovasculares: isquémicos y hemorrágicos. La mayor parte de los ACV son isquémicos (alrededor de un 87 por ciento) y ocurren cuando las arterias quedan obstruidas a causa de coágulos de sangre o acumulación gradual de placa y otros depósitos de grasa.
Por su parte, un ACV hemorrágico sucede cuando un vaso sanguíneo del cerebro se rompe y se filtra sangre al cerebro. Son, asimismo, de dos clases: aquellos en los cuales el sangrado se localiza dentro del cerebro (hemorragia intracerebral); y aquellos en donde el sangrado ocupa las finas envolturas cerebrales (hemorragia subaracnoidea).
El cerebro es el principal responsable de todo lo que hacemos: hablar, caminar y respirar. Si debido a un ACV un área localizada del cerebro no recibe oxígeno necesario, la parte del cuerpo controlada por esa área podría verse afectada. Por eso, los ataques cerebrales pueden causar dificultades con el movimiento, la visión o el habla.
Los síntomas del ACV se inician de manera súbita e incluyen: adormecimiento, entumecimiento, hormigueo o debilidad en un lado del cuerpo. Además, las personas presentan señales de confusión, dificultad para hablar o entender el habla de otros. Problemas con la visión en uno o ambos ojos, inconvenientes para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o de la coordinación o dolor de cabeza severo. Reconocer las señales del ACV y actuar de forma inmediata para obtener asistencia médica, puede salvar una vida y disminuir el grado de discapacidad.

Utilice la prueba FAST para reconocer y responder a los signos de un ACV.
F = FACE (cara) Pídale a la persona que sonría. ¿Un lado de la cara está caído?
A = ARMS (brazos) Pídale a la persona que levante ambos brazos. ¿Un brazo se desvía hacia abajo?
S = SPEECH (habla) Pídale a la persona que repita una oración simple. ¿El discurso suena arrastrado o extraño?
T = TIME (tiempo) Si observa alguno de estos signos (de forma independiente o todos juntos), llame inmediatamente a URGENCIAS.

Algunas veces los síntomas pueden aparecer por un período muy corto de tiempo y desaparecer completamente, dando indicios de un posible ataque isquémico transitorio o AIT (“mini ACV”). La prevalencia de ataques isquémicos transitorios aumenta con la edad. Hasta un 40 por ciento de todas las personas que experimentan un AIT tendrá un ACV completo.
Es muy importante interiorizarse acerca del estilo de vida y de los cambios médicos que se pueden realizar para prevenir un ACV. Entre los factores de riesgo médicos se incluyen: ACV anterior, episodio anterior de AIT, colesterol alto, presión arterial alta, enfermedad cardíaca, fibrilación auricular y enfermedad de la arteria carótida. Estos componentes de riesgo médicos se pueden controlar y manejar, incluso si ya se ha experimentado alguno de ellos.
Uno de los principales factores de peligro no modificables es la edad. Si bien el ACV puede producirse a cualquier edad, luego de los 55 años el peligro se duplica por cada década vivida. Asimismo, existen factores de riesgo relacionados con el modo de vida: sedentarismo, tabaquismo, sobrepeso y la ingesta excesiva de alcohol, son algunos de ellos. Esto se puede controlar adoptando hábitos saludables como dejar de fumar, hacer ejercicio con regularidad, controlar qué y cuánto comer y limitar el consumo de alcohol.
Las estadísticas de las últimas décadas son alarmantes. Los ataques cerebro vasculares tuvieron un avance descomunal en la población mundial. Por eso, estar atentos a los factores y síntomas de riesgos, para poder reconocerlos y tratarlos a tiempo, salva vidas.