Grooming, Bullying y Ciberbullying

Arístides Álvarez es director de la Asociación Civil “Si nos reímos, nos reímos todxs”. Conversamos con él sobre la problemática del acoso escolar entre pares y de adultos a menores que afecta a millones de jóvenes en todo el mundo. El rol de la tecnología y las redes sociales.

“Comencé a dar clases en el año 85, mientras ejercía la función de profesional en sistemas. Siempre me interesó el tema de la seguridad informática, lo que tiene que ver con el cuidado de la información. Cuando tomé la dirección de la escuela en el año 2009, empecé a ver en el trato cotidiano con los alumnos del nivel medio sobre todo, que son muy vulnerables a sus datos, a su privacidad y no tienen conciencia de los riesgos que esto implica. A partir de algunos casos de acoso escolar entre pares usando las redes sociales -o más grave aún, de acoso de adultos a menores, denominado Grooming- que sucedieron en nuestra escuela y que ocurren en todas las escuelas del país, es que me empecé a involucrar”, cuenta el docente.
Desde su lugar de educador se contactó con un grupo de padres de Buenos Aires y de La Pampa, que estaban luchando en el año 2013 por una Ley contra el Grooming que penalizara ese delito: “fue sancionada y promulgada en diciembre de ese año, en donde se prevé ‘una pena con prisión de seis meses a cuatro años a quien, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma’”.
No obstante, Álvarez aclara: “participé del debate en comisión y del debate en la Cámara, hasta que fue sancionada la Ley, que se incluyó en el artículo 131 del Código Penal. Lo que termina ocurriendo es que los jueces, si evalúan que es la primera vez que alguien cae en este delito, la sanción es mínima, de dos años excarcelable, lo que determina que la persona esté libre y pueda seguir delinquiendo”.
El especialista trabaja mucho las situaciones de abuso en la escuela, tratando de crear conciencia en los chicos y accionando con medidas no punitivas: “un caso que me movilizó mucho en nuestra escuela fue el de un alumno que estaba filmando como se peleaban en la esquina del colegio otros dos compañeros de 1° año. Cuando los llamo, en vez de sancionarlos, como habitualmente se hace, consensuamos una acción reparadora. Como le gustaba grabar, le pedí un video e hizo un trabajo extraordinario. Ese chico me acompañó los cinco años que él estuvo en el colegio e hizo un par de videos que fueron premiados y una animación para la Municipalidad de Rosario. Hoy está estudiando cine en Buenos Aires”. “Uno por ahí no se da cuenta que con pequeñas cosas se puede transformar la vida del otro. Hoy aplicamos la mecánica de subsanar un error con una acción reparadora, tomar conciencia de eso y después trabajar para que no vuelva a suceder”, argumenta el profesional.
Asimismo, los han llamado para dar charlas a otras escuelas con los alumnos que hacen rap, teatro, poesía, dibujo y distintas manifestaciones artísticas: “en un momento dijimos ‘esto hay que mostrarlo’, entonces ideamos un festival que se llama Si nos reímos, nos reímos todxs, y en el mes de septiembre realizaremos la cuarta edición”. Allí concurren chicos de distintas escuelas de Rosario y de la provincia de Santa Fe, manifestándose a favor de la convivencia escolar, en términos positivos. “Creemos que si esto se subsana en la formación de los chicos, desde el nivel inicial al nivel superior, podríamos llegar a disminuir los conflictos que después se tienen como adultos. Si desde la escuela pregonás que los conflictos se resuelvan en forma pacífica, dialogando y no en forma violenta, tendríamos que tener una sociedad mejor”.
Esta problemática atraviesa a todas las clases sociales, y por ende, a todas las escuelas, ya sean de zonas muy vulnerables y humildes o escuelas de élite. Alcanza a la sociedad en su conjunto y tiene mucho que ver con la formación familiar: “debe ser un trabajo codo a codo entre familia y escuela, y el Estado dando herramientas para que esto pueda llevarse adelante”.
Álvarez considera además que es necesario trabajar con los niños desde el primer día de jardín, para que empiecen a sociabilizar y compartir sus cosas: “si desde la familia no se trasmiten valores como la solidaridad, el compartir, aceptar las diferencias, los chicos van a reaccionar de un modo inadecuado. Si no se transmiten estos valores básicos, se hace difícil desde la escuela. Nosotros los tenemos cuatro o cinco horas, el resto están con su familia, o peor, solos o en la calle. Por eso creo que las charlas que hacemos con las familias son fundamentales para los padres, para los profesores, para todos los que actuamos con la adolescencia”.
Siempre existió el acoso escolar, pero hoy se potencia con el uso de la tecnología. Se debe estar atento a los chicos, ya que hay señales muy notorias entre los que resultaron víctimas de estos abusos: “cambian de conducta, se retraen, no quieren venir a la escuela, cambian sus hábitos alimenticios, están pendientes del celular, de las redes sociales, de los llamados. Pueden venir con marcas, con moretones que le hacen sus pares o que se infringen ellos mismos, muchas veces para llamar la atención. Son señales importantes que como papá y educador uno puede observar. En la escuela, estos chicos suelen quedar aislados y no salen a los recreos, o se quedan en un rinconcito. No los invitan a los cumpleaños ni a las fiestas que hacen todos, los van discriminando”.
Por la otra parte, muchas veces se citan a los padres de los agresores al colegio, porque se violentan ante cualquier situación: “el padre debe tener primero una actitud de aceptar que su hijo es violento, aunque sea doloroso, y trabajar junto a la escuela para revertir la situación. Lo que uno nunca debe hacer es reaccionar de una forma aún más violenta”. Cuando pasan estas situaciones de violencia entre chicos, y cuando intervienen los padres, si no lo hacen junto a la escuela como mediadora, “se pueden agravar los conflictos, porque no todos los padres lo resuelven en forma pacífica”. En este sentido, Álvarez es terminante: “generalmente el chico replica el modelo que ve desde la casa. Si vas con tu papá en el auto, y ves que se la pasa insultando a todo el mundo porque hace una mala maniobra o peor aún, se baja del auto y se agarra a trompadas, lo más probable es que ese chico ante un conflicto reaccione de igual manera”, finalizó.
Frente a un contexto de bullying, de acoso entre chicos, no hay una ley que los ampare: “lo que hay que hacer es tratar de no judicializar eso, ni recurrir a la policía, eso debería ser en última instancia. Los conflictos se resuelven en la escuela cuando los adultos intervenimos. Si los docentes y los papás estamos atentos ante estas señales que dan los chicos e intervenimos rápidamente, conciliando, acercando partes y haciéndoles ver lo que está mal y lo que está bien, el bullying termina”. En esto es importante ver cómo actúan el resto de los chicos: “se debe tratar de no etiquetar ni limitar el conflicto entre víctima y victimario. Los que están alrededor y observan, también son parte del conflicto porque no actúan”.
“Si tu hijo te cuenta que le están pegando a un par, y vos le recomendas que no se meta, ese es el pensamiento de ‘no te metas’ de la época de la dictadura, que quedó tan arraigado en la sociedad lamentablemente. Frases como ‘será un problema de ellos’ o ‘algo habrán hecho’, todavía están bastante arraigadas en nuestra sociedad, entonces debemos alentar a que todos juntos lo podamos resolver”, asegura Álvarez.
Las conductas que deben adoptar los padres frente a las redes sociales de sus hijos, tienen que estar basadas en reglas claras: “en la mesa mientras comemos, el celular debe estar en modo avión. Hablamos, nos miramos, el televisor debe estar apagado. Si tu hijo te pide tener Facebook a los nueve años, porque el resto de los amigos tiene, uno debe explicarle que va a tener cuando corresponda, que es a partir de los trece años. El celular lo ideal es que lo tengan cuando ingresan al secundario, aunque se les está dando cada vez más pronto, con el argumento que es una cuestión de seguridad. De ser así, uno debe estar atento y ver con quien chatea tu hijo, qué uso se le da”. Además, recomienda que “el adulto debe tener acceso a su cuenta, que no significa invadir su privacidad, porque estamos hablando de criaturas. Mientras vivan con nosotros, uno es responsable de lo que hace y lo que le pase. También pasa por la confianza de poder hablarlo. Que ellos sean capaces de venir a contarte si tuvieron un problema”.
Para Álvarez, lo primero que se debe explicar a los padres es que “si un hijo o hija pasa una situación de acoso por un adulto, lo primero que deben hacer es preservar las pruebas, capturar las pantallas. Segundo, no tomar represalias contra el chico, porque él fue la víctima. Lo peor que uno puede hacer es retarlo o castigarlo, hay que ayudarlo y apoyarlo. Recurrir, sí, a la justicia en estos casos, y aconsejo que vayan a las fiscalías, no a las comisarías, porque lamentablemente la policía aún no está toda preparada para resolver estos tipos de situaciones”.
Durante la Evaluación Aprender 2017, entre las preguntas que se hicieron a los alumnos, se les consultó si ellos habían padecido u observado situaciones de acoso, y esos números arrojaron que, en Argentina, 3 de cada 10 chicos fueron víctimas de alguna situación de acoso, maltrato o discriminación, y 8 de cada 10 observaron alguna de estas situaciones. Según cifras oficiales, “el Bullying o acoso escolar es causante directo de más de 200 muertes en América Latina y España, ya sea por homicidio o por inducción al suicidio cada año. Es decir se lleva la vida de niños y jóvenes en todas partes del mundo. En el mismo lapso, está probado que enferma a miles de estudiantes que en general abandonan sus estudios o los sobrellevan con angustia y cansancio como si de una cotidiana tortura se tratase”.
Para intentar acabar con esta problemática, plantea que “hay que trabajar desde la escuela en proyectos colectivos, donde los chicos puedan participar y tener voz. Es fundamental tener un centro de estudiantes, una mutual o cooperativa escolar, lugares de encuentro. Debemos contagiar ese espíritu solidario. Si en la escuela, como proyecto colectivo lo planteamos como una empresa, caemos en lo que es capitalismo, y el capital pone énfasis en lo individual. Entonces debemos enseñar a los chicos desde otra mirada, por eso la Economía Social y Solidaria es tan importante”.
Poder superar la situaciones de acoso y de maltrato requiere un enfoque positivo, hay que “entender al que está acosando y maltratando, porque que él también está sufriendo de alguna manera y está manifestándose de un modo equivocado”. Para ello, Álvarez recomienda no responder de forma violenta y actuar de manera asertiva para transformar algo malo en algo positivo: “no es sencillo, pero en eso tenemos que trabajar los docentes. En que uno sea capaz de revertir la situación desde lo positivo, de sacarle provecho a ese conflicto que hubo. Los chicos cuando vos los motivas son capaces de transformar el mundo y hacer grandes cosas. Hay que motivarlos y acompañarlos, pero los artífices tienen que ser ellos”.

El Bullying en la región
“No existe un trabajo ni cifras oficiales acerca de esta problemática. Lo más cercano fue la Evaluación Aprender, que fue muy resistida por algunos docente. Pero se sabe que Argentina es el país que lidera el ranking en situaciones de Bulliyng en América Latina, pero en esto soy cuidadoso. Primero porque Argentina es el país que más usa la tecnología, con más acceso a internet de la región. Hoy 8 de cada 10 argentinos accedemos a internet. Esto permite que ingrese lo bueno y lo malo de internet, el acoso de adultos, el acoso entre pares. Argentina tiene además muchos espacios donde hacer denuncias, cosa que no sucede en otros países de Latinoamérica. Entonces no sabemos con certeza, por ejemplo, si Perú tiene mayor número de casos que Argentina, me refiero en términos de proporción. Muchas veces los países menos desarrollados, pero con un arraigo cultural que se ha mantenido hace siglos, nos traen buenas enseñanzas. Siempre hablo de la filosofía Ubuntu, que proviene de la tradición africana y que practicaba Nelson Mandela. Básicamente dice que ninguno de nosotros puede ser feliz, si uno o más están tristes. Y como afirmaba Pierre Bourdieu, ‘la pregunta no es por qué me comprometo, sino cómo los demás pueden ser tan indiferentes’.”