Por siempre jóvenes

Desde hace siglos, la búsqueda de la fuente de la juventud y la propia idea de una vida eterna han inspirado a escritores y pensadores, dando lugar a un sinfín de mitos, leyendas y canciones populares. El reciente descubrimiento de la “bacteria de la longevidad”, llevado a cabo por un grupo de investigadores rosarinos dirigido por el científico Roberto Grau, revive a los protagonistas de esas célebres historias.
En sus relatos, Heródoto de Halicarnaso hacía referencia a unas aguas curativas en las cuales los etíopes se lavaban y salían totalmente rejuvenecidos. “(…) Tomando de aquí ocasión los Ictiófagos de preguntarle también cuál era la comida y cuán larga la vida de los etíopes, respondióles el rey, que acerca de la vida, muchos entre ellos había que llegaban a los 120 años, no faltando algunos que alcanzaban a más; en cuanto al alimento, la carne cocida era su comida y la leche fresca su bebida ordinaria. Viendo entonces el rey cuánto admiraban los exploradores una vida de tan largos años, los condujo él mismo a ver una fuente muy singular, cuya agua pondrá al que se bañe en ella más empapado y reluciente que si se untara con el aceite más exquisito, y hará despedir de su húmedo cuerpo un olor de viola finísimo y delicado”. (Heródoto de Halicarnaso, Los Nueve Libros de la Historia, Libro III).
También la Biblia hace referencia a ciertas aguas con virtudes milagrosas en el Evangelio de Juan: “Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betseda, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el Angel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera”. (Evangelio de San Juan, Capítulo 5, versículos 2-4)
El explorador y conquistador español, Juan Ponce de León, se lanzó en una expedición hacia el actual territorio de Florida, Estados Unidos en busca de la fuente de la juventud. La visión literaria primó sobre la visión histórica en el caso del Adelantado, del que no existen registros históricos acerca del verdadero motivo de sus expediciones. Sin embargo, un recorrido por los manantiales rejuvenecedores no estaría completo sin mencionarlo.
Otros personajes encontraron sus fuentes en otros artilugios o dones. Dorian Gray, el personaje creado por Oscar Wilde, tenía un retrato que sufría por él las crueldades del paso del tiempo y las deformaciones de sus rasgos a causa de la propia malicia. Peter Pan, ideado por James Matthew Barrie en 1904, podía mantenerse niño al olvidar sus propias aventuras y los aprendizajes acerca del mundo.
El recorrido podría no terminar nunca, pasando por seres eternos, patriarcas longevos como Matusalén, leyendas populares e historias que datan de pueblos anteriores a la conquista. La carrera del hombre contra su propia decrepitud parece no terminar nunca, y cada letra que se escribe sobre la misma es parte de ese grito desesperado que clama por posponer lo inevitable. El anhelo de la inmortalidad y el temor a la vejez son males propios del hombre, que rara vez se pregunta qué hacer con una vida interminable. Jorge Luís Borges, inmortal en sus escritos, lo describió con maestría: “Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal”.

El hallazgo científico
El descubrimiento llevado a cabo por el doctor Roberto Grau y su equipo de investigadores y becarios del Conicet, llamó la atención de todo el entorno y la prensa. Se trata de una bacteria probiótica llamada Bacillus Subtilis, que tiene la propiedad de retrasar el envejecimiento y mejorar el sistema inmune. La misma está presente en la alimentación de ciertos países como Japón y no sería difícil incluirla en la dieta cotidiana.
La prueba de los efectos del probiótico fueron llevados a cabo en el gusano Caenorhabditis elegans. Según el relato del científico, el nemátodo no sólo experimentó una prolongación de su tiempo de vida, sino que además pudo mantener la vitalidad por un mayor tiempo. Pero además, la virtud de la bacteria es la de potenciar la inmunidad innata. Según Grau, esto significa que podría evitar la evolución de enfermedades infecciosas, neurodegenerativas e incluso el cáncer. Prevenir este tipo de males y paliar el envejecimiento de los tejidos representa una protección contra dos de las principales causas de muerte.
Sin embargo, lo más llamativo del descubrimiento es la posibilidad de cultivar y agregar la bacteria como componente de la comida que ingerimos habitualmente. La demostración del equipo de investigación, en efecto, se realizó con la yerba mate. La bacteria puede soportar sin problemas las temperaturas extremas, por lo que es perfectamente apta para la cocina y puede ser congelada.
La investigación sigue en curso y la inclusión del Bacilus en los procesos de producción está a la espera de poder entrar en el Código Argentino de Ingredientes Alimenticios. Sin embargo, mientras se espera por el futuro del hallazgo, no está mal soñar por un momento el haber dado con la fuente de la juventud.